El Valle de los Reyes, o Las Puertas de los Reyes como también es conocido, se trata de una edificación que data del siglo XVI hasta el siglo XI.
Es un complejo de tumbas excavadas talladas en la roca para que los faraones y los nombres de Nuevo Reino tuvieran un lugar donde morir.
Las tumbas de las personas notables contienen tallados escenas de historias mitológicas egipcias y otras creencias. En sus lápidas eran grabados mensajes de ritos y costumbres de la personas para que los acompañara en el más allá.
Sin lugar a dudas, para los turistas más curiosos esta es una excelente oportunidad para conocer a profundidad las mejores historias de Egipto y su cultura.
El Valle de los Reyes es un imán de exploradores y arqueólogos que sienten atraídos por las tumbas y los misterios que ocultan sus instalaciones.
Índice
¿Dónde está y como llegar?
Se encuentra en la orilla oeste del río del Nilo, justamente frente a Tebas en la localidad nueva nombrada Luxor.
El complejo de estas tumbas está en el corazón de la ciudad, pues en la antigüedad eran veneradas.
Tanto desde Luxor como desde Tebas salen numerosos autobuses para visitar el Valle de los Reyes. También se puede coger un taxi o compartir un microbus para llegar a estos increíbles restos.
¿Cuándo fueron descubiertas sus tumbas?
Aunque la mayor parte han sido visitadas y saqueadas por ladrones durante toda la historia el descubrimiento como tal fue hace más de 100 años con los descubrimientos de Giovanni Belzoni, e incluso antes James Burton Carter había descubierto tumbas en el siglo XIX.

En el 2005 fueron halladas nuevas cámaras y en 2008 encontraron otras dos entradas para unas tumbas. Se sabe que el valle contiene 63 tumbas y cámaras (que varían en tamaño desde la lápida KV54 a la KV5).
En 1995 el arqueólogo estadounidense Kent Weeks descubrió la tumba más grande de Egipto, que supuestamente era la sepultura de los múltiples hijos de Ramsés II. Enseguida se consideró el mayor hallazgo de la historia tras la tumba de Tutankamón, o, como lo anunció un periódico londinense, “la momia de todas las tumbas”.
En 1987 Weeks había localizado la entrada de la tumba KV 5, que James Burton Carter había descubierto en la década de 1820 pero la creyó una tumba menor al estar llena de limo y arena. La entrada de la tumba se perdió, sepultada bajo los escombros de otras excavaciones.
En 1995, Weeks descubrió un portal que conducía a 121 cámaras y pasillos increíbles, lo cual hacía aquella tumba más grande y compleja que cualquier otra hallada en Egipto hasta entonces. Una de las cámaras tiene 16 pilares, más que cualquier otra del Valle de los Reyes.
Limpiar los escombros de esta singular y enorme tumba es una tarea titánica y peligrosa. No solo hay que cribar cada puñado de arena en busca de fragmentos de cerámica, huesos y relieves; también es necesaria una gran labor de ingeniería para apuntalar la estructura de la tumba, de 440 m de largo. La excavación avanza lentamente, pero Weeks calcula encontrar unas 150 cámaras.
Este fue el lugar de entierro de las principales figuras reales del Reino Nuevo egipcio, así como de varios nobles privilegiados.
¿Qué ver en el Valle de los Reyes?
Las tumbas han sufrido graves daños debido a los saqueadores, inundaciones y la masificación del turismo. Pese a todo, el lugar es tan icónico e importante que tiene mucho que ver.
Aquí te voy a comentar todas las tumbas que puedes visitar con su información, son demasiadas para visitar en una sola vez, puede hacer falta dos visitas por lo menos. Si no quieres/puedes visitar todas, te recomiendo leer este artículo y decidir cuales son las tumbas que más te llaman la atención para programar tu visita.
Las mejores tumbas e imprescindibles para visitar en el valle de los reyes son la de Tutankamón (por todo lo que se conoce), la de Tutmosis III, la de Amenofis II, La de Horemheb y la de Seti I (KV 17):
La arquitectura y detalles decorativos
El plan habitual de la tumba consistía en un corredor inclinado largo y tallado en roca delicada, que descendía a través de uno o más pasillos.
Sin embargo, en aposentos funerarios anteriores, los corredores giran 90 grados al menos una vez. De hecho, cuando entres te darás cuenta que su diseño se conoce como «Eje Doblado».
La mayoría de las tumbas reales estaban decoradas con textos e imágenes religiosas que identificaban o caracterizaban a la persona.
Las primeras tumbas fueron decoradas con escenas de Amduat (‘Eso que está en el inframundo’), que describe el viaje del dios del sol a través de las doce horas de la noche.
Mientras que otras fueron decoradas de manera con escena del Libro de las Puertas, la cual narra la historia del Dios del sol.
La tumba de Tuntankamón
Uno de los descubrimientos que más atrae a la gente es la tumba de Tuntankamón para el siglo XVIII. La importancia de su descubrimiento, a parte de los tesoros encontrados con él, es que este hombre está bajo una presunta maldición infringida por los faraones.

Para el año 1979 se convirtió en Patrimonio de la Humanidad, junto al resto de la necrópolis tebana.
La historia del gran descubrimiento de la famosa tumba y sus fabulosos tesoros eclipsa la realidad de esta pequeña tumba y la breve vida de su faraón. La de Tutankamón es una de las tumbas menos impresionantes del valle y presenta todos los indicios de haberse terminado a toda prisa y haber sido escenario de un entierro poco glorioso. A pesar de todo, mucha gente la visita.
El egiptólogo Howard Carter dedicó seis temporadas al valle y se vio recompensado al fin con el descubrimiento de la tumba de Tutankamón y todos sus tesoros, el botín más impresionante de Egipto.
La mayor parte del tesoro está en el Museo de El Cairo, salvo algunas piezas que están en el Museo de Luxor. Solo la momia de Tutankamón, en su sarcófago dorado, permanece en la tumba.
Las paredes de la cámara mortuoria están decoradas con orondas figuras del faraón ante los dioses, pintadas sobre un fondo amarillo dorado. La pared al pie del sarcófago muestra escenas del funeral del faraón; los 12 simios en cuclillas del Libro de Amduat, que representan las 12 h de la noche, ocupan la pared de enfrente.
Para acceder a la tumba hay que comprar una entrada aparte en la Puerta de entrada y taquilla de la tumba de Tutankamón (200 EGP).
Actualmente, se sigue investigando la existencia de otra cámara tras la pared del fondo de la cámara mortuoria: el egiptólogo Nicholas Reeves apunta que, posiblemente, la tumba en un principio estuviera destinada a Nefertiti, cuyos restos y quizá su tesoro estén tras esa pared.
Tumba de Tuthmosis III (KV 34)
Escondida en las colinas entre acantilados calizos, y accesible solo por una empinada escalera que cruza un barranco muy profundo, esta tumba demuestra hasta qué punto eran capaces de llegar los faraones para burlar la astucia de los antiguos ladrones.
Tuthmosis III (1479-1425 a.C.), innovador en muchos campos y con muchos éxitos militares, fue uno de los primeros faraones que mandó construir su tumba en el Valle de los Reyes. El acceso es empinado, pero el secretismo era la mayor preocupación del faraón: por eso eligió el lugar más inaccesible y diseñó su sepultura con una serie de pasajes con ángulos caprichosos y puertas falsas para confundir a posibles ladrones.

El pozo, hoy atravesado por una pasarela estrecha, lleva a una antecámara sostenida por dos pilares, cuyos muros están adornados con una lista de más de 700 dioses y semidioses.
Siendo la tumba más antigua que se pintó en el valle, las paredes parecen versiones gigantes de los papiros funerarios, con escenas protagonizadas por figuras muy simples. La cámara mortuoria tiene las paredes curvas y forma oval; contiene el sarcófago de cuarcita del faraón, tallado en forma de cartucho.
Tumba de Horemheb (KV 57)
Horemheb fue general de Tutankamón y sucesor de Ay, el efímero tutor regente de Tutankamón. Su tumba presenta una bella decoración que muestra el primer uso del bajorrelieve en el valle.
También fue la primera ocasión en la que se utilizó el Libro de las puertas para decorar una tumba en la cámara mortuoria. Con unos 128 m de largo y muy empinada, fue también la primera tumba recta, sin ángulo recto de curva.
Horemheb, que no era de linaje real, gobernó durante 28 años y restauró el culto a Amón. Su tumba se descubrió llena de piezas saqueadas del material funerario real, incluida una serie de figuritas de madera que fueron trasladadas al Museo Egipcio de El Cairo.
Desde la entrada, un empinado tramo de escalones y un pasaje llevan a un pozo decorado con soberbias figuras de Horemheb ante los dioses. Destacan Hathor, con una peluca azul y negra, y la corona de loto del joven dios Nefertum, ambos sobre un fondo gris azulado.

La cámara mortuoria, con seis pilares, está decorada con pasajes del Libro de las puertas, pero se halla parcialmente inacabada, lo cual prueba que la decoración se aplicaba siguiendo un sistema de cuadrículas en tinta roja sobre las cuales se dibujaban las figuras con tinta negra antes de tallarlas y pintarlas.
El sarcófago de granito rojo del faraón, vacío, que presenta tallas de figuras protectoras, sigue en la cámara.
Tumba de Amenofis II (KV 35)
Esta tumba de 91 m de largo se construyó para Amenofis II (también llamado a veces
Amenhotep II), sucesor de su padre, el gran rey Tutmosis III.
Amenofis murió hacia el año 1400 a.C. tras un reinado de 26 años, tiempo suficiente para excavar esta enorme y complicada tumba con una sala interior de seis pilares que conduce a la cámara mortuoria.
Los restos del faraón fueron hallados aquí, junto con otras varias momias reales. Es una de las estructuras más profundas del valle, con más de 90 escalones que descienden hasta una pasarela, construida sobre un hondo foso diseñado para proteger las cámaras interiores, más bajas, de ladrones (sin mucho éxito) y de las inundaciones.
El techo de la enorme cámara mortuoria está cubierto de estrellas, y las paredes presentan, como en un enorme pergamino, textos del Libro de Amduat. Esta es la primera tumba real del valle que presenta figuras de proporciones más redondeadas.

La cámara también es excepcional por sus dos alturas; la superior, llena de pilares y la inferior, que albergaba el sarcófago.
Tumba de Seti I (KV17)
Esta tumba, que parece una catedral y es uno de los grandes logros del arte egipcio, está considerada la mejor tumba del Valle de los Reyes. Permaneció largo tiempo cerrada al público, pero hoy vuelve a estar abierta, y si uno puede permitirse pagar el precio de la entrada (1000 EGP), será un dinero bien invertido.
La tumba tiene 137 m de largo y estaba completamente decorada y en un estado de conservación excelente cuando Giovanni Belzoni la abrió en 1817, y a pesar de que desde entonces ha sufrido algún desperfecto, sigue ofreciendo una experiencia inolvidable.
Seti I, que sucedió a Ramsés I y fue padre de Ramsés II, gobernó durante unos 70 años tras la muerte de Tutankamón. Tras el caos de los años de Akenatón en Tell Al Amarna, el reinado de Seti I fue una época dorada que revivió el arte del estilo del Imperio Antiguo, cuyas mejores muestras son su templo en Abidos y esta tumba.
La tumba sufrió algún desperfecto después de que Belzoni hiciera copias de la decoración utilizando papel humedecido sobre los relieves, lo cual levantó una parte de la pintura.
Visitantes posteriores dañaron aún más la tumba. La tumba se reabrió en el 2016, y sus paredes están llenas de fabulosas imágenes de textos antiguos, incluidos la Letanía de Ra, el Libro de los muertos, el Libro de las puertas, el Libro de la vaca sagrada y otros.

Los sarcófagos, de los más bellamente tallados de Egipto y retirados por Belzoni, están hoy en el Museo Sir John Soane, en Londres, mientras que dos de sus relieves policromados que muestran a Seti con Hathor se hallan en el Louvre de París y en el Museo Arqueológico de Florencia.
Tumba de Ramsés VII (KV 1)
Cerca de la entrada principal se halla la pequeña e inacabada tumba de Ramsés VII (1136-1129 a.C.). Solo mide 44 m de largo y consta de un pasillo, una cámara mortuoria y una tercera cámara inacabada.
Los arquitectos ampliaron a toda prisa el que iba a ser el segundo pasillo de la tumba, convirtiéndolo en cámara mortuoria, y el faraón fue enterrado en una fosa que se cubrió con la tapa de un sarcófago. Los nichos de los canopes están excavados en los laterales de la fosa, un detalle exclusivo de esta tumba.
Los muros del pasillo que va a la cámara están decorados con extractos del Libro de las cavernas y del ritual de “apertura de la boca”, bastante bien conservados, y la cámara mortuoria está decorada con pasajes del Libro de la tierra. Tiempo después la usaron ermitaños coptos, como indican los grafitos de las paredes.
Tumba de Ramsés IX (KV 6)
Decorada a medias cuando murió el faraón y abierta desde la antigüedad, no es la tumba más interesante, pero sí una de las más populares, ya que tiene un acceso de pendiente suave y está cerca de la entrada al valle.
Su gran antecámara está decorada con animales, serpientes y demonios del Libro de los muertos. También posee una sala de pilares y un corto pasillo que antecede a la cámara mortuoria. A ambos lados de la puerta en el muro posterior hay dos figuras de sacerdotes, ataviados con túnicas de piel de pantera y con el ceremonial mechón lateral.
Las paredes de la cámara mortuoria presentan el Libro de Amduat, el Libro de las cavernas y el Libro de la Tierra; y en el techo está representado el Libro de los cielos.
Aunque inacabada, fue la última tumba del valle en completar la mayor parte de su decoración, y las pinturas están bastante bien conservadas.

Tumba de Merenptah
Es la segunda tumba más grande del valle y está abierta desde la antigüedad, por lo que cuenta con varios grafitos griegos y coptos. Las inundaciones han dañado la parte baja de las paredes de esta tumba, alargada como un túnel, pero en la parte alta se aprecian relieves bien conservados.
Los pasillos están decorados con el Libro de los muertos, el Libro de las puertas y el Libro de Amduat. Tras un pozo hay una falsa cámara funeraria con dos pilares decorados con el Libro de las puertas.
Ramsés II fue tan longevo que 12 de sus hijos murieron antes que él. Fue su decimotercer hijo, Merenptah (1213-1203 a.C.), quien lo sucedió a los 60 años.
Originalmente Merenptah estaba enterrado dentro de cuatro sarcófagos d piedra: tres de ellos de granito, y el cuarto, el interior, de alabastro. Como excepcional error de los ingenieros egipcios, el sarcófago exterior no cabía por la entrada de la tumba, y tuvieron que despedazar las puertas.
La mayor parte de la decoración se ha desvaído, pero sigue siendo una sala impresionante, con el suelo hundido y nichos de ladrillo en las paredes frontales y posteriores.
Tumba de Ramsés VI (KV 9)
Con algunos de los pasillos más amplios, los pozos más hondos (117 m) y la decoración más variada, la KV 9 es una de las tumbas más espectaculares del valle. Iniciada su construcción por orden de Ramsés V y terminada por Ramsés VI, es un festín visual, con la mayor parte de su superficie cubierta por jeroglíficos y pinturas que permanecen intactos.
La cámara mortuoria posee una fosa inacabada en el suelo y una espléndida figura de Nut, además de escenas del Libro del día y el Libro de la noche. La tumba de Tutankamón permaneció intacta hasta 1922 principalmente gracias a la existencia de la vecina tumba de Ramsés VI, que ejerció de ‘tapadera’ involuntaria de la antigua entrada de la tumba.
La KV 9 se empezó a construir para el efímero Ramsés V (1147-1143 a.C.) y continuó para Ramsés VI (1143-1136 a.C.); aparentemente, ambos faraones están enterrados aquí: los nombres y títulos de Ramsés V aparecen en la primera mitad de la tumba.
Aunque el enlucido de la tumba no se terminó, su exquisita decoración está bien conservada. Destacan las escenas y los textos astronómicos. El pasillo de la entrada está cubierto de extractos del Libro de las puertas y el Libro de las cavernas, que continúan en la parte intermedia de la tumba y en la sala del pozo, con la incorporación del Libro de los cielos.
Más cerca de la cámara mortuoria las paredes están adornadas con extractos del Libro de Amduat. La cámara mortuoria en sí cuenta con una decoración bellísima, donde destaca una soberbia imagen doble de Nut en e techo enmarcando el Libro del día y el Libro de la noche. Este paisaje nocturno en negro y oro muestra a la diosa del cielo engullendo al sol cada anochecer para parirlo cada mañana en un eterno ciclo de la vida diseñado para revivir las almas de los faraones muertos.
Las paredes de la cámara están repletas de bellas imágenes de Ramsés VI con varias deidades, además de escenas del Libro de la tierra, que muestran el trayecto del sol a través de la noche, los dioses que le ayudan y las fuerzas de la oscuridad que intentan impedir que llegue al alba.
Destacan las figuras decapitadas, de rodillas, de los enemigos del dios sol alrededor de la base de las paredes de la cámara y los verdugos negros que dan la vuelta a los cuerpos decapitados para mostrarlos lo más indefensos posible.
Tumba de Ramsés III (KV 11)
Es una de las tumbas más populares del valle, y también una de las más interesantes y bien conservadas que existen.
El pasillo principal vira primero a la derecha y después a la izquierda, para adentrarse en la montaña después (su longitud total es de 125 m) y dar a una magnífica cámara mortuoria con ocho pilares.
La maravillosa decoración incluye huecorrelieves pintados que presentan los textos rituales tradicionales (Letanía de Ra, Libro de las puertas, etc.) y a Ramsés ante los dioses.
También hay escenas seculares, algo muy inusual, en las salitas laterales del pasillo de la entrada: muestran tributos extranjeros, como unas vasijas muy detalladas importadas del Egeo, la armadura real, barcos y, en la última de estas salas, los arpistas ciegos que dieron a esta tumba uno de sus nombres alternativos: “la tumba de los arpistas”.
El sarcófago de Ramsés III se halla en el Louvre de París, pero su detallada tapa se encuentra en el Fitzwilliam Museum de Cambridge, y su momia, descubierta en el depósito de Deir Al Bahri, está actualmente en el Museo del Cairo y sirvió como modelo del personaje de Boris Karloff en la película La momia (1932).
Tumba de SIptah (KV 47)
Descubierta en 1905, la tumba de Siptah (1194-1188 a.C.) nunca se completó, pero los
pasillos superiores están decorados con bellas pinturas.
La entrada de la tumba queda adornada por el disco solar, y a cada lado de la puerta hay figuras arrodilladas de Maat, la diosa de la verdad. También hay escenas del Libro de Amduat y figuras de Anubis, pero el resto de la tumba está sin decorar.
Tumba de Tawosret/Sethnajt (KV 14)
Tawosret fue esposa de Seti II, y a la muerte de Siptah, sucesor de aquel, asumió el poder (1188-1186 a.C.).
Los egiptólogos creen que mandó construir esta tumba para ella y su esposo, pero sus restos fueron retirados por su sucesor, el también breve Sethnajt (1186- 1184 a.C.), quien incorporó una segunda cámara mortuoria para sí mismo.
La tumba permanece abierta desde la antigüedad y una parte de la decoración se ha deteriorado. El cambio de propietario se percibe en la decoración de la tumba; los pasillos superiores muestran a la reina y a su hijastro Siptah ante los dioses.
El cartucho de Siptah fue sustituido a posteriori por el de Seti II. Pero en los pasillos inferiores y las cámaras mortuorias las imágenes de Tawosret fueron cubiertas por imágenes o cartuchos de Sethnajt.
El color y el estado de las cámaras mortuorias son buenos, con decoraciones astronómicas en el techo e imágenes de Tawosret y Sethnaj con los dioses. La escena final del Libro de las cavernas que decora la cámara mortuoria de Tawosret es especialmente impresionante y muestra al dios sol como una figura con cabeza de carnero que extiende sus alas para emerger de la oscuridad del inframundo.
Tumba de Seti II (KV 15)
Junto a la tumba de Tawosret/Sethnajt se halla otra tumba más pequeña donde, parece ser, Sethnajt enterró a Seti II (1200-1194 a.C.) tras extraerlo de la KV 14.
Abierta desde la antigüedad a juzgar por la cantidad de inscripciones clásicas, la entrada de la tumba cuenta con exquisitos relieves, aunque el resto de la decoración se terminó solo con
pintura.
Las paredes muestran extractos de la Letanía de Ra, el Libro de las puertas y el Libro de Amduat. Un rasgo decorativo inusual de esta tumba se halla en las paredes de la sala del pozo; se trata de imágenes del tipo de objetos funerarios usados en las tumbas de los faraones, como estatuillas de oro del faraón dentro de un santuario.
Tumba de Ramsés I (KV 16)
Inacabada en el momento de su muerte, en 1294 a.C., tras un reinado de dos años, la sencilla tumba de Ramsés I tiene el pasillo de entrada más corto de todos, que conduce a una cámara mortuoria individual, casi cuadrada, que alberga el sarcófago abierto del faraón, en granito rosa.
Conserva el sarcófago de cuarcita en su sitio y algunas de las pinturas de las paredes en muy buen estado. Solo la cámara presenta una decoración soberbia, muy similar a la de la tumba de Horemheb (KV 57), con pasajes del Libro de las puertas, además de escenas del faraón ante los dioses; arrodillado entre el “Alma de Nejen”, con cabeza de chacal, y el “Alma de Pe”, con cabeza de halcón, que simbolizan el Alto y el Bajo Egipto.
Tumba de Mentuherjepeshef (KV 19)
Es la única tumba de un príncipe que se puede visitar en el Valle de los Reyes (las otras están cerradas), y se decoró para el príncipe Rameses Mentuherjepeshef (c. 1000 a.C.), hijo de Rameses IX.
Los restos de Mentuherjepeshef todavía no se han encontrado. Hay buenas pinturas murales, aunque, desde 1994 están protegidas por un cristal, ya que una inundación dañó la parte baja de las paredes.
El pasillo de la entrada a la tumba está adornado con relieves a tamaño real de varios dioses, incluidos Osiris, Ptah, Tot y Jonsu, que reciben ofrendas del joven príncipe, ataviado con sus mejores galas, vistiendo túnicas de lino plisadas con exquisitez y una trenza lateral de la juventud prendida de su peluca negra; sin olvidar su elaborado maquillaje (en el antiguo Egipto hombres y mujeres se maquillaban).
Tumba de Tuthmosis IV (KV 43)
La tumba de Tuthmosis IV (1400-1390 a.C.) es una de las tumbas más grandes y profundas construidas durante la XVIII dinastía. También es la primera tumba en la que se aplicó pintura sobre un fondo amarillo, iniciando una tradición que se repetiría en muchas tumbas más.
Fue descubierta en 1903 por Howard Carter, 20 años antes que la tumba del bisnieto de Tuthmosis IV, Tutankamón. Se accede a ella por dos largos tramos de escalera que descienden y rodean la cámara mortuoria, en la cual se halla un enorme sarcófago cubierto de jeroglíficos.
Las paredes del pozo y de la antecámara están decoradas con escenas pintadas que muestran a Tuthmosis ante los dioses, y las figuras de la diosa Hathor resultan especialmente bellas, ataviadas con bonitos vestidos decorados con cuentas.
Tumba de Ay
A pesar de que solamente está decorada la cámara mortuoria, esta tumba, escondida en el valle occidental, destaca por las escenas que muestran a Ay cazando hipopótamos y pescando en los pantanos (escenas habituales de las tumbas de los nobles, no de la realeza), y por una pared que muestra a 12 babuinos, que representan las 12 h de la noche y que dan nombre al valle occidental o Wadi Al Gurud (“valle de los monos”).
Aunque sucedió a Tutankamón, el breve reinado de Ay (1327-1323 a.C.) suele asociarse con el anterior período Amarna y con Akenatón (algunos egiptólogos apuntan que pudo ser el padre de la esposa de Akenatón, Nefertiti).
Ay abandonó una tumba grandiosa en Amarna y tomó otra aquí, en el valle occidental. Dicho valle tuvo un papel relevante en la historia de Amarna, ya que fue elegido por Amenofis III como nuevo emplazamiento de su enorme tumba (KV 22, valle arriba), y su hijo y sucesor Akenatón también empezó a construir aquí una tumba antes de reubicar la capital en Amarna, donde finalmente fue enterrado.
Parece que Tutankamón también planeaba ser enterrado en el valle occidental, pero su prematura muerte hizo que su sucesor, Ay, ‘intercambiara’ las tumbas. Así, Tutankamón fue enterrado en una tumba (KV 62) de la sección tradicional del Valle de los Reyes, mientras que Ay se apoderó de la tumba que Tutankamón había empezado a construir en el extremo del valle occidental. A la tumba se accede por una pista de tierra que sale del aparcamiento en el Valle de los Reyes y serpentea durante casi 2 km por un valle desolado ante imponentes acantilados de roca.